Una vez conocidos los datos del paro de Eurostat no tardaron en aparecer reacciones procedentes de altos mandatarios de la Unión Europea. El comisario de Empleo y Asuntos Sociales, Laszlo Andor, no pudo ocultar su preocupación ante la situación del empleo en España mientras pedía más apoyo para emprendedores y autónomos.
Más del 17% de los trabajadores activos en España son autónomos.
Este sector ha sido uno de los que menos ha decrecido desde el inicio de la crisis. Las razones son diversas. Por un lado, una gran cantidad de personas que se quedaron sin trabajo por cuenta ajena se lanzaron a crear una empresa aprovechando la posibilidad de cobrar el subsidio de desempleo de una vez. Los más inexpertos se encontraron con un laberinto burocrático y un curioso régimen fiscal.
Según dijo hace poco tiempo uno de los representantes de una asociación de autónomos, esta figura es el “único trabajador que tiene que pagar antes de empezar a trabajar”. Es una buena manera de resumir el panorama que se encuentra el autónomo una vez que decide establecerse por cuenta propia. Antes de recibir ningún ingreso, hay que pagar una elevada cuota mensual.
A pesar de que cada día aparecen nuevos autónomos, muchos otros lo dejan. En 2012 se perdieron algo más de 50.000 trabajadores autónomos. Y es que muchos de los que inician una carrera en solitario lo hacen porque no queda otra opción y sin valorar mucho las circunstancias. Eso hace que un gran número de nuevos autónomos no pase de los tres años de vida laboral.
Lo mismo cabe decir de las pequeñas empresas y negocios. Estamos asistiendo a una pequeña burbuja de esta clase de pequeñas empresas. Muchos ciudadanos se lanzan al mundo empresarial con mucho entusiasmo y también con algo de desconocimiento. La Ley de Emprendedores aun no ha sido aprobada y el apoyo que se pide desde la Unión Europea brilla por su ausencia. Muchas empresas creadas en estos años no sobrevivirán a su segundo o tercer año de existencia. No hay mercado para todos.